Os presentamos dos ejemplos de que se puede ser intenso sin ser cargante, “sencillo” pero a la vez complejo y que la autenticidad y transparencia son los mejores narradores de historias.
Hablamos de intensidad porque desde el primer segundo en que interactuamos con ellos, vino y libro se expresan de forma casi abrumadora. Uno, regalando aromas de fruta (manzana verde y fruta de hueso) que ya no desaparecerán. El otro, con una potente introducción al resto del relato, una presentación genial del estilo de la autora que nos acompañará también hasta el final.
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Identificamos los aromas balsámicos (mentolados) que regala este godello con las pinceladas constantes de ingenio en forma de humor (muchas veces tendente al negro) con las que Rosario Villajos salpica su obra. En ambos casos se aporta una frescura al conjunto que facilita el trayecto del lector/catador.
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Ya por último, de la misma forma que en el vino encontraremos una buena estructura y un retronasal de largo recuerdo, subyace en esta historia una sólida crítica a la contemporaneidad (o a partes de ella) que nos llevarán a revaluar como entendemos algunas situaciones y aspiraciones y a seguir pensando en ello una vez acabado el libro. Retrogusto literario.
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